Los conflictos son inherentes a cualquier dinámica social, y por ello, también y con más razón, a la coexistencia de personas de diferentes culturas en un mismo contexto: es la sociedad multicultural de la globalización.
Al hablar de conflictos solemos pensar en aspectos negativos: separación, ruptura, dificultades, falta de armonía, alteraciones difícilmente controlables; pero es posible dotar al conflicto de una visión positiva que posibilite una oportunidad de enriquecimiento mutuo basada en el respeto hacia lo que no conocemos y al deseo de aprender y comprender para formar una opinión constructiva. Como proceso socializador, la interacción puede facilitar un feed-back entre las partes en conflicto de forma que todo el mundo aprenda o amplíe sus perspectivas vitales.
Si partimos de la idea de que todas las personas que constituimos una sociedad multicultural son responsables de los conflictos que se producen en su seno, podemos encontrar numerosos protagonistas a la hora de analizar éstos. Al menos sabemos detectar dos colectivos importantes: las minorías étnicas (inmigrantes) y la población autóctona; pero además podemos distinguir la implicación por sectores productivos en los conflictos, de manera que situemos las instituciones por un lado (administraciones públicas: sanidad, escuela, medios de comunicación, etc), el sector empresarial por otro (iniciativa privada, bancos, comercios). De este modo podemos obtener una panorámica lo suficientemente amplia como para contemplar aspectos que complementen nuestras opiniones y puntos de vista.
Pero además es preciso pensar que la presencia de lo diferente potencia el crecimiento, y viceversa: no podemos crecer como sociedad, en valores como el respeto o el interés por conocer otras realidades, si no nos ponemos en contacto con lo diferente. Los conflictos representan un motor de cambio que nos permite crecer dialécticamente y avanzar hacia un mayor enriquecimiento mutuo.
Con una visión positiva de los conflictos, el planteamiento pedagógico no pasaría por evitarlos o eludirlos, sino por afrontarlos directamente, e incluso provocarlos, es decir, sacarlos a la luz cuando son latentes.
En este contexto, la educación intercultural se presenta como una herramienta propositiva que surge ante los conflictos que se producen en las sociedades multiculturales, y cuyo objetivo final es promover un encuentro entre colectivos distintos, grupos étnicos, etc, donde se produzca un intercambio en pie de igualdad, conservando la especificidad de cada cual al tiempo que buscando el enriquecimiento mutuo mencionado anteriormente.
Sus destinatarios son tanto los miembros de la población autóctona como las personas pertenecientes a los diferentes colectivos sociales y étnicos. Pretende que la sociedad autóctona:
• conozca y modifique los estereotipos y los prejuicios
• favorezca el conocimiento y la valoración positiva y crítica de las culturas minoritarias
• propicie una toma de conciencia sobre la necesidad de un mundo más justo
• promueva actitudes, conductas y cambios sociales positivos que eviten la discriminación y favorezcan las relaciones positivas, posibilitando el desarrollo específico de las culturas minoritarias.
Y promueve que las minorías étnicas:
• conozcan y modifiquen los estereotipos y los prejuicios
• favorezca el conocimiento y la valoración positiva y crítica de las culturas mayoritarias
• den a conocer la propia cultura
• promueva actitudes, conductas y cambios sociales positivos que eviten la discriminación y mejoren sus condiciones de vida.
sábado, 6 de septiembre de 2008
Educación intercultural: una visión positiva del conflicto
Etiquetas:
conflicto,
convivencia escolar,
educación intercultural,
valores
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